El estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B demostró que el tamaño de los ojos de las ranas está estrechamente relacionado con el hábitat en el que se encuentren. Si estos anfibios viven en un entorno con mucha luz, tendrán los ojos realmente grandes, como es el caso de las ranas aborícolas, pero si por el contrario viven en un ecosistema en el que apenas hay luz, sus ojos tendrán un tamaño minúsculo y serán casi insignificantes, como es el caso de las ranas de las cavernas.
Los científicos llevaron a cabo su investigación en el Museo de Historia Natural de Londres, y analizaron 220 diferentes especies de ranas, que representan las 55 familias que se conocen actualmente con el objetivo de saber cómo evolucionó el tamaño de los ojos de las diferentes especies y si esto estaba relacionado con el entorno en el que vivían.
El investigador jefe del proyecto, Katie Thomas, explica que si tienes un ojo más grande, puedes tener una mejor visión, pero que también hay un equilibrio entre ver el contraste y ver los detalles espaciales. También hace especial hincapié en que que estos dos aspectos son rivales, porque a menudo para mejorar uno hay que sacrificar el otro.
Además, esta teoría de la proporcionalidad entre los ojos y el ecosistema se vio reforzada cuando los científicos estudiaron otras especies vertebradas que habitan en el mundo subterráneo como los topos, lagartos y serpientes y se dieron cuenta de que tienen los ojos muy pequeños
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