jueves, 10 de diciembre de 2020

Descubren un nuevo método para curar las arterias que hayan sido dañadas.

La investigación ha concluido con el hallazgo de n mecanismo celular que puede ayudar a dar consistencia de nuevo a tejidos y arterias que han sufrido daños debido a la falta de riego sanguíneo durante un periodo de tiempo determinado.


Un equipo compuesto por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares ha llevado a cabo una investigación a través de la que se pretendía encontrar un mecanismo para regenerar aquellas partes dañadas de las arterias o tejidos, y parece ser que han conseguido lo que buscaban.

El estudio publicado ayer en la revista "Nature" ha arrojado mucha información que se desconocía acerca de la biología de los vasos sanguíneos. Ha permitido conocer un nuevo mecanismo que permitirá desarrollar arterias a partir de capilares sanguíneos en un proceso conocido bajo el nombre de "arterialización" y ha propuesto nuevas técnicas de reducción de la vascularización, con el objetivo de obtener tratamientos de recuperación más rápidos.

Los infartos de miocardio son los causantes de muchas de estas lesiones en las arterias y tejidos, ya que durante el tiempo que tiene lugar el fallo, se produce una disminución del riego sanguíneo a diversas partes del cuerpo, originando dichas lesiones.

Los infartos de miocardio son unos de los más comunes y de los que aunque no maten a la persona que lo sufre, pueden dejar graves secuelas. Es por ello que los científicos llevan casi veinte años investigando los vasos sanguíneos y han descubierto que se forman en 2 fases fundamentales. La primera se conoce como "estado inmaduro" y la segunda, una vez ya adquiere más volumen, se la conoce como "fase indifereneciada y rudimentaria".

En esta última fase encontramos una clase de células endoteliales que transportan la sangre de una manera eficiente en el tejido cuando está en un estado de madurez pero no tanto al momento de regenerar los mismos.


No obstante, mediante el empleo de nuevos modelos genéticos, que ya han sido probados en ratones, se puede cambiar el destino arteriovenoso para disponer dichas células en el contexto biofísico adecuado.

Es pronto todavía para afirmar con seguridad que esta práctica pueda ser implementada inmediatamente y que vaya a dar resultados favorables en la mayoría de los casos. No obstante, parece que va por buen camino y que en unos años podremos beneficiarnos de su uso en la medicina.



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